PIONERAS DE LOS '60

Pioneras informáticas rioplatenses
En la década del ’60, se produjo un fenómeno de expansión de la informática en la Argentina, que transformó tanto nuestra sociedad científica y universitaria como el mundo empresario. Durante esos años, muchas mujeres de nuestro país fueron protagonistas y pioneras de esa transformación.
Los comienzos de la informática en la Argentina están marcados por acontecimientos simultáneos, que se produjeron en 1961. Por un lado, se instaló la computadora Mercury de la empresa británica Ferranti, una iniciativa convertida en éxito de la mano de Manuel Sadosky, entonces vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. La máquina formó parte del Instituto de Cálculo dentro de la universidad, creado también por Sadosky, que albergó a numerosos grupos de investigación que pronto alcanzaron prestigio internacional, abriendo el primer surco por donde desarrollarían su camino las ciencias de la computación en América Latina. La Mercury, rebautizada con el nombre de Clementina, fue la primera computadora de gran porte utilizada con fines científicos en la Argentina. A comienzos de ese mismo año y también en Buenos Aires, se instaló la primera IBM 1401, que fue elegida por numerosas empresas del país, tanto del ámbito privado como del público, que la utilizaban para aplicaciones fundamentalmente administrativas y comerciales.


En esos tiempos, hubo mujeres pioneras que sobresalieron en este despegue informático. Fueron profesionales que por su protagonismo y relevancia han sido reconocidas por sus pares, a partir de sus sobresalientes trayectorias.

Rebeca Cherep de Guber

Nació en Avellaneda (Buenos Aires) el 2 de junio de 1926. Estudió Matemáticas en la Universidad de La Plata y se mudó a Buenos Aires, donde conoció a Manuel Sadosky, con quien trabajó como docente en Ciencias Exactas de la UBA. En 1956 fueron coautores de un libro, Elementos de Cálculo Diferencial e Integral, que se reeditó más de veinte veces y es utilizado por todas las universidades del país y algunas del exterior. Rebeca acompañó a Manuel Sadosky -como Secretaria Ejecutiva- en el Instituto de Cálculo y fue fundamental en todo el proceso de instalación y desarrollo de la célebre Clementina. Renunció a su posición en el Instituto de Cálculo después de la «Noche de los Bastones Largos». Entre 1966 y 1970 fue una de las directoras de Asesores Científico Técnicos (ACT), empresa creada por Sadosky, Guber y Juan Chamero, que desarrolló importantes modelos matemáticos computacionales en la línea de los del Instituto de Cálculo, albergando a varios de sus antiguos integrantes.

Cecilia Berdichevsky

La primera programadora de Clementina.
Nació en Avellaneda (Buenos Aires) el 31 de marzo de 1925 y murió el 27 de febrero de 2010. Compañera de colegio y gran amiga de Rebeca Cherep, Cecilia eligió la carrera de Contadora. Pero en 1956, a instancias de su amiga, decidió cambiar para seguir Matemáticas en Ciencias Exactas de la UBA. Cuando se instaló Clementina, Cecilia recibió los primeros cursos con la programadora inglesa Cicely Popplewell -famosa por haber trabajado con Alan Turing- y con el español Ernesto García Camarero. Así se convirtió en la primera programadora de la primera gran computadora que tuvo la Argentina. Luego partió a Manchester a continuar sus estudios y volvió en 1963 como una programadora experta. 

Victoria Raquel Bajar

Nació en Buenos Aires el 6 de julio de 1942 y murió el 4 de abril de 2016. Ingresó en la carrera de Matemáticas de Ciencias Exactas de la UBA en 1960. Entre sus profesores estaba Manuel Sadosky, quien la convenció de elegir Computación como carrera. Corría el año 1961, acababa de llegar la Mercury y empezaba a conformarse el Instituto de Cálculo. La Ingeniera Fisher, una persona intelectualmente muy inquieta, culta, amante de la lingüística, bregó para que el Instituto abordara problemas computacionales no numéricos. Y así nació el grupo de Lingüística Computacional, del que Victoria formó parte, aprendiendo a programar en Autocode con Ernesto García Camarero como profesor. Fue la primera Computadora Científica del país, recibida el 30 de julio de 1964, el mismo día que se graduó el primer Computador Científico, Juan Carlos Angió.

Liana Lew

Nació en Comodoro Rivadavia (Chubut) el 31 de octubre de 1942. En 1964 comenzó a estudiar en Ciencias Exactas de la UBA, y al año siguiente se decidió por la carrera de Computadora Científica, alentada por Manuel Sadosky y Rebeca Guber. Fue una de las primeras graduadas: alcanzó el título en 1966. En paralelo con su carrera, el Instituto de Cálculo la contrató como programadora, donde trabajó, entre otros, para los modelos de simulación diseñados por Oscar Varsavsky, considerado por muchos como el científico más eminente del IC. En 1965 Manuel Sadosky le solicitó a Wilfred Durán, otro de los destacados profesionales que trabajaban en el Instituto, que mejorara el compilador original que venía con la Clementina, el Autocode, de modo de adecuarse a las exigencias que requerían los modelos que desarrollaba Varsavsky. Durán emprendió un proyecto más ambicioso: hacer un compilador nuevo, que llamó COMIC. En la tarea trabajaron Liana Lew, Noemí García, Clarisa Cortés y Cristina Zoltán, logrando un éxito que las hizo merecedoras de ser reconocidas hoy como pioneras. 

Noemí García

Nació en Buenos Aires el 30 de abril de 1944. Se graduó entre las las primeras Computadoras Científicas, en Ciencias Exactas de la UBA, en 1966. Fue compañera de estudios y colega de trabajos en el Instituto de Cálculo de Liana Lew. Apenas Liana y ella aprobaron la materia Programación con Wilfred Durán, él les ofreció trabajar en el Instituto del Cálculo, algo que aceptaron encantadas, porque trabajarían con el equipo de Economía Matemática liderado por Oscar Varsavsky. Posteriormente, Noemí formó parte del grupo de programadoras que desarrolló con éxito el compilador COMIC, proyecto liderado por Durán. Luego de la «Noche de los Bastones Largos», Noemí continuó su carrera en EE. UU., de 1967 a 1970, en Nashville, Tennesee, en el Meharry Medical Center, programando detección de riesgo cardíaco en tiempo real. Regresó al país a mediados de 1970 para trabajar como Analista Programadora en el Hospital Escuela José de San Martín hasta fines de 1974. Se especializó en Desarrollo de Sistemas relacionados con la Salud y la Seguridad Social.

Gladys Beatriz Rizzo

Nació en Avellaneda (Buenos Aires) el 16 de marzo de 1930. Eligió la carrera de Matemáticas en Ciencias Exactas muy temprano, a los 16 años.  Fue alumna de los cursos sobre la Mercury dictados por Cicely Popplewell como también de los cursos sobre la IBM 650 dictados por Gustavo Pollitzer. Trabajó en IBM donde se destacó enormemente, con la característica de ser por años la única mujer entre todos los profesionales. Entre 1962 y 1964 trabajó como Ingeniera de Sistemas de IBM con clientes como INTA, Instituto Geográfico Militar, Instituto de Reaseguros y varias empresas privadas (Sistemas IBM 650, IBM 1620 e IBM 1401). En 1965 y 1966 viajó a Endicott, Estados Unidos, para especializarse en la IBM 360. A su regreso, desempeñó tareas de Ingeniería de Sistemas en el sector privado, con clientes como Acindar y otras firmas de primer nivel. En 1969 era la Ingeniera de Sistemas más prestigiosa del sector Gobierno, y el Centro Único de Procesamiento Electrónico de Datos (CUPED) era su cliente principal.

Ida Bianchi

Nació en Gallarete (Italia) el 23 de septiembre de 1937 y adquirió la ciudadanía argentina en 1953. Comenzó la carrera de Medicina en la UBA a los 16 años, pero debió dejarla a los 19 para dedicarse a tiempo completo a su trabajo como perfoverificadora en el Banco Francés e Italiano para la América del Sud. Se capacitó a nivel de experta en los equipos de registro unitario del banco, que utilizaba una computadora Gamma 3 de Bull. En 1961 renunció para perfeccionarse en IBM 1401 y comenzó a trabajar como Analista en Molinos Río de la Plata, con gran éxito. En 1969 aceptó una posición de mayor responsabilidad en una empresa que daba servicios con equipos NCR Century, Administrative Advisors. En 1971 se produjo un hecho clave en su carrera: fue cuando el Gerente General de Burroughs le ofreció una posición de Analista en la empresa. «Va a ser la primera mujer profesional de nuestra empresa. La tomamos por seis meses. Si la aceptan nuestros analistas y, sobre todo, si la aceptan nuestros clientes, la confirmamos», le dijo. Trabajó 18 años en Burroughs, hasta 1988, cuando renunció para ocupar posiciones claves en Bagley, donde fue Jefa del Centro de Cómputos y del Área Técnica, de 1988 a 1997. Volvió a ser convocada por Burroughs, ahora parte de Unisys, para participar en proyectos estratégicos de empresas de telefonía celular, de 1997 a 2004. Se destacó en numerosos temas técnicos, incluyendo COBOL, LINC, los equipos Sorter y el software asociado que utilizaban los bancos. Esta pionera, primera mujer profesional de Burroughs, trabajó con equipos de todos los proveedores que protagonizaron el arranque de la informática en la Argentina, destacándose en cada una de las posiciones que ocupó.

Ida Holz

Nació en Montevideo (Uruguay) el 30 de enero de 1935. A principios de los años 70, formó parte de las primeras generaciones de estudiantes de computación uruguayos, formados en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República. En 1986 concursó y obtuvo la dirección del Servicio Central de Informática de la Universidad de la República (SECIU) . Desde esa posición, Ida Holz lideró el desarrollo de Internet en Uruguay desde principios de los años 90. Bajo su dirección, en 1994 el SECIU instaló el primer nodo de Internet en Uruguay. Desde entonces y hasta hoy, ha jugado un rol destacado en el desarrollo y evolución de las TIC en Uruguay. Obtuvo el Premio a la Trayectoria 2009, otorgado por el Registro de Direcciones de Internet para América Latina y el Caribe (LACNIC) a las personas que han contribuido al desarrollo permanente de Internet. En 2013 fue la primera personalidad latinoamericana en ingresar al Salón de la Fama de la Internet Society, una iniciativa que honra a las personas que han sido importantes para el desarrollo y fortalecimiento de Internet. Uno de los llamados «padres de internet», Vint Cerf, consultado sobre si había una «madre de internet», ha señalado: «Sí, existe una madre de internet. Y se llama Ida Holz» (fuente: Wikipedia).

Sobre los autores

Este artículo fue elaborado a partir de una producción del Lic. Carlos Tomassino y el Ing. Hernán Huergo. 

https://www.educ.ar/recursos/132323/pioneras-informaticas-rioplatenses

Clementina, la primera computadora en la Argentina

La computación está cada vez más presente en nuestra cotidianeidad, muchas veces hasta olvidamos que una gran parte de los procesos que intervienen en nuestras actividades diarias está resuelta o automatizada por software, dispositivos y algoritmos. La llegada de Clementina, la primera computadora en la Argentina, fue un fuerte impulso para que científicos y especialistas apostaran al desarrollo de esta ciencia, que avanzó a lo largo de los años en distintas esferas de la vida cotidiana.

Clementina, una computadora modelo Mercury de la compañía británica Ferranti, empezó a funcionar el 15 de mayo de 1961, en el Pabellón I de la Ciudad Universitaria de la Universidad de Buenos Aires. Su importación estuvo fuertemente ligada a la gestión de Manuel Sadosky, considerado por muchos el padre de la computación argentina. El matemático creó, junto a otros especialistas el Instituto de Cálculo (1960) y la carrera de Computador Científico (1963), cuyo objetivo fue formar auxiliares de científicos que pudieran usar la eficientemente la computadora como poderosa herramienta de cálculo.


Tenía 18 metros de largo, una ínfima capacidad de procesamiento —millones de veces más lenta que cualquier computadora actual— y tenía solo 5 Kb de memoria RAM.

Clementina, la primera computadora en Argentina

Haciendo una comparación, el académico calculó que las supercomputadoras actuales, que tienen una capacidad de procesamiento de unos 17 petaflops (punto flotante por segundo) —siendo un petaflop 10^15 operaciones, es decir un uno seguido de 15 ceros—, son 3.400.000.000.000 veces más rápidas que Clementina, que operaba a 5000 flops.

Clementina tardaba poco más de dos horas en arrancar y la única forma para ingresar u obtener datos era en cintas de papel perforado, de las que luego se podía leer su contenido en unos teletipos que lo imprimían. Era muy pesada y las condiciones de mantenimiento eran sumamente delicadas.


En 1961, Clementina comenzó a ser usada para distintos proyectos científicos y tecnológicos, en muchos casos para empresas estatales.

Como el hogar de Clementina fue la universidad, facilitó la enseñanza de programación en la primera carrera universitaria de computación de toda América del Sur. Detrás del cálculo había una ciencia y a su alrededor comenzó a formarse una mezcla interdisciplinaria de especialistas conformada por sociólogos, economistas, matemáticos, ingenieros, entre otros. 

Clementina logró permanecer activa otros cuatro años, pero cada vez más ligada a la realización de trabajos rutinarios, contradiciendo el espíritu original que no contemplaba la incorporación pasiva de tecnología, hasta que la falta de repuestos hicieron imposible su continuidad y en 1971 quedó fuera de servicio. Algunas piezas de Clementina aún se conservan en el Departamento de Computación de la UBA, que organizó una serie de actividades en 2011 celebrando el cincuentenario de su puesta en marcha. Allí se exhibieron algunas de estas partes que lograron pasar a la historia.

Clementina

No hay comentarios.:

Publicar un comentario